Entrevista en “La página número trece”

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El blog literario,  La página número trece,  publica una entrevista a Francisco Panera en relación con algunos aspectos curiosos del contenido de Siete Cuerdas.

Al margen de ello, ojalá sirva esta reseña a la entrevista, para convertiros en habituales seguidores de las publicaciones de este estupendo y original blog.


Pincha aquí para leer la entrevista en La página número trece


Transcripción de la entrevista

“Hay hallazgos que son pequeños tesoros a la hora de dar forma a una novela histórica” Francisco Panera

Conocí a Francisco Panera por pura casualidad. La presentación en Orduña de su libro Mentir es encender fuego coincidió con mi búsqueda de novelas ambientadas en la ciudad y, aunque la mayor parte de la trama de esa historia transcurre en otro escenario, sí que hay una parte importante que se sitúa en los verdes parajes de mi lugar de nacimiento. Esta hermosa casualidad hizo que Mentir es encender fuego fuera elegida como primera novela del Club de Lectura que, junto con el Ayuntamiento y la biblioteca, organicé en Orduña. Pero, no solo conocí la historia, también tuve el placer de contar con el autor para esa primera reunión. Panera, no solo nos explicó el proceso de creación de Mentir es encender fuego sino que, también nos dio algunas pinceladas de lo que, en aquel momento, era la novela en la que estaba trabajando: Siete Cuerdas.

Recuerdo que ya en ese momento habló de ese sentimiento de pérdida que los espectadores de un concierto debían sentir antes de que la música pudiera ser grabada. En aquel momento, lo confieso, me recordó a cuando en clase de música nos ponían una melodía un par de veces y, semanas más tarde, debíamos ser capaces de identificarla sin haber tenido oportunidad de volver a disfrutarla. Eran tiempos anteriores a Youtube y la única manera de recordar esos acordes era escribir cosas parecidas tiruri pun pun en un cuaderno. Sin embargo, a pesar de haber vivido esa situación en mis carnes, nunca me había parado a hacer esa reflexión que, por otra parte, no sé si mucha gente se habrá parado a pensar en ella. Por eso, le he preguntado cómo se le ocurrió basar toda una novela en esa idea.

LPNT: Me llama mucho la atención la reflexión que se hace durante toda la novela sobre lo efímera que era la música antes de poder grabarla. Es algo en lo que la gente no solemos pensar… ¿Cómo llegaste a esa conclusión?

Francisco Panera: La respuesta puede resultar un poco peliculera pero te doy mi palabra de que es verdad:

Lo soñé, y fue hace mucho, tanto que aún no había publicado mi primera novela, y Siete cuerdas ya es la tercera.

El recuerdo de aquel sueño, me trae la imagen de que yo debía interpretar algún tipo de instrumento. Sucedía en otra época, quizá hace dos o tres siglos.

El público asistía al concierto con unas expresiones en sus caras que eran puro asombro. Al verles,  intuía que querían guardar para sí, aquel momento único e irrepetible,  pero tanto ellos como yo, sabíamos que no era posible.

Ese vago recuerdo, es al que me he aferrado en tantos momentos de la novela, para describir esa sensación posterior a la experiencia de disfrutar entonces de la música. Por un lado el goce de de recrearse en algo hermoso, en un arte que solo existe mientras se interpreta. Y por otro, la decepción al ser conscientes de que nunca mas volverían a experimentar aquello, que quizás llegarían otras músicas, pero ya no serían las mismas.

Ese credo tomó forma en mi imaginación, sirviéndome de acicate para convertirlo en el hilo conductor de relato primero, y de una novela después.

Una novela que nunca fue editada. La verdad es que fue mi primer trabajo literario y estaba lleno de imperfecciones, pero no me desanimó que las editoriales rechazasen aquel mi primer intento por asomar la cabeza en este mundo. Me puse a desarrollar otras temáticas para seguir escribiendo y publiqué un par de novelas posteriormente, pero el manuscrito que contenía esa idea, ahí seguía, en un archivo en el disco duro de mi ordenador.

Fue hace un par de años cuando recuperé ese proyecto y me puse a confeccionar una narración que daría como fruto Siete cuerdas.

Por todo ello, creo que la música tal y como la disfrutamos hoy en día, no tiene nada que ver con aquella otra, la de cuando no se podía enlatar en grabaciones para reproducirla a voluntad. Por fuerza tenía que ser algo único, como el contacto con alguien querido, que solo se daba si ambos, música y tú o música y yo, estamos frente a frente, y para los melómanos convencidos, no podía haber mas remedio que buscar otras músicas sin descanso.

Eso, o convertirse en intérpretes, claro. Por cierto, la música la disfruto como oyente,como espectador, porque no se interpretar ni una sola nota.

LPNT: Supongo que el trabajo de documentación habrá sido titánico a la hora de describir tanto la ciudad de Bilbao como los acontecimientos que tuvieron lugar en aquella época.

FP: Esa labor ocuparía los seis primeros meses del trabajo de redacción de la novela y  contrariamente a lo que bastante gente puede suponer, pues así me lo han trasladado en ocasiones, para mí es una labor muy gratificante. Documentándome para mis novelas he descubierto hechos sorprendentes y que me han servido posteriormente para enriquecer los relatos recurriendo a ellos en forma de tramas. Pero hay que andarse con tiento la verdad, tengamos en cuenta que multitud de personajes secundarios de esta novela fueron reales y he procurado ser muy respetuoso con lo que pudieron ser sus vidas al introducir una trama ficticia en sus existencias. Precisamente en el trabajo de documentación, al tiempo que intentaba conocer por ejemplo, como era a finales del siglo XVIII la torre de la catedral de Santiago en Bilbao, iglesia en aquella época, o fechas y personajes que intervienen en algunos episodios históricos, conocer las vidas de las personas mas destacadas de la villa de Bilbao, temas de herencias… o que clase de agrupación musical podía existir en Bilbao en 1793, por decir algo, me topé con asuntos en apariencia banales. Y así doy por ejemplo, con el pleito que se traían el  director de una agrupación musical y un par de violinistas acerca de unas interpretaciones no consentidas y por tanto no remuneradas al director. Tuve el documento de denuncia en la mano y la resolución a la que llegaron desde el ayuntamiento también.  Esos hallazgos para dar forma a una novela histórica, son pequeños tesoros.

Me vienen ahora a la cabeza, por ejemplo unos capítulos que se desarrollan en Baiona paralelos a la guerra entre España y la Francia revolucionaria. Pues bien, casi todos esos sucesos fueron reales, y al descubrirlos encontré la manera idónea, en mi opinión, de que la relación entre los protagonistas, derivase en lo que necesitaba para el devenir de sucesos posteriores, que ya tenía en mente.

Todo esto es solo un ejemplo de con que tipo de material he podido trabajar, a parte de docenas de libros consultados, pero es verdad que en ocasiones las fuentes consultadas pueden esconder una historia para tu relato y Siete cuerdas está plagada de ellos, aspectos que en mi opinión aportan verosimilitud y dibujan un mundo cotidiano.

Gran parte de esa documentación, me ha servido para enriquecer la web de la novela www.sietecuerdas.com donde el lector va a poder descubrir elementos imprescindibles para esta novela, como la música, la historia y su contexto en la época, y que obviamente quedan fuera de obra impresa.

LAPN:¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de escribir esta novela?

FP: Diría que la insistencia por transmitir las distintas sensaciones que experimentan los personajes con la música. Te aseguro que fue una cuestión que casi resultó enfermiza para mí.

Quería que estuviese presente constantemente en la mente del lector, que incluso lo identificase como algo casi obsesivo, pero que al tiempo no le resultase cargante. No se trata de repetirle lo importante o insignificante que puede resultar algo para algún protagonista, si hago eso me cargo la novela y seguro que pierdo un lector, se trata de otra cosa.  De dibujar un escenario de sentimientos y sensaciones en el que se mueven los personajes, y si ese mundo como en este caso es obsesivo, hay que conseguir mostrarlo sin hacer caer al lector en  él.

Como ves , es un argumento cargado de subjetividad, pero pienso que ahí reside el espíritu de esta novela.

LPNT: ¿Y lo más gratificante?

FP: Constatar ahora, que ya empiezan a llegar opiniones de lectores, que esas sensaciones a las que hacía referencia en la respuesta anterior, les han calado y que algunos las comparten sumergiéndose en aquel mundo tan particular y personal de esos músicos.

Ha habido quien me ha dicho que les entendía, refiriéndose a los personajes, que no había reparado en esa manera de reconocer aquella la música, y que precisamente por ser una persona en cuya vida la música ocupa un espacio importante, comprende la sensación de desarraigo o pérdida, al ir olvidando una melodía que solo ha escuchado una vez y que le será casi imposible volverlo a hacer.

Y tan grato como eso, es por supuesto que los lectores hayan disfrutado de una novela  entretenida, con unos personajes bastante peculiares y una trama cargada de giros.

LPNT: ¿Os pasa a los escritores que, una vez terminada la novela, echáis de menos a los protagonistas? Porque a los lectores sí nos pasa

FP: Supongo que dependerá del autor y del género, pero en mi caso así es.

Ten en cuenta, que mis personajes, al menos así lo creo, tienen personalidades muy marcadas. Pues para lograr eso me he de introducir en sus cabezas, tengo que pensar como ellos, convencerme de qué es lo que harían, qué pensarían… Hacerlo incluso en personajes que disten mucho de mantener una afinidad con mi manera de ser. A veces he escuchado que en ocasiones los personajes literarios, tienen parte de lo mejor o peor de sus autores, y no estoy en desacuerdo.

Algunos personajes de mis novelas, han dejado un poso en mi mente, como si de una persona real se tratase, y no se trata de una respuesta recurrente a lo que planteas, en mi caso es totalmente cierto.

Serán cuatro, o quizás cinco esos personajes, en los que me dejé mucho. Aunque ellos estén marcados por acontecimientos que nunca he experimentado, o viviesen en tiempos tan lejanos para mi, están compuestos de experiencias cercanas o incluso propias, de actitudes que he podido mantener o combatir. Se han convertido en unos fantasmas a los que quiero. Piensa que esto de escribir, tiene mucho de idealista, de soñador, pero mucho mucho.

Supongo que los autores tenemos que vivir con ello para poder escribir, aunque después de hacerlo… después de hacerlo hay veces que se van contigo. Para los personajes mas queridos, me gusta llegar a finales que no lo sean, que resulten un punto y seguido en sus vidas.

Y así creo que el lector, también puede vislumbrar que ese personaje con el que terminamos la relación que la novela ha provocado, es posible que tenga a partir del final del relato, ahora que como dices, igual le echamos de menos, la posibilidad de elegir, al margen del dictado del autor.

Ese recurrente final de los cuentos de “y fueron felices y comieron perdices” es el peor de los posibles, porque algunos libros no se acaban al pasar la última página, algunos perduran abiertos en la mente. Esos son los mejores.

LPNT: ¿Hay ya alguna idea para una próxima novela?

FP: La hay y espero ponerme a ello en breve. Toda la labor necesaria para promocionar Siete cuerdas, me está resultando muy absorbente y casi no saco tiempo para escribir, pero ya tengo en mente otra historia. Aunque no soy muy amigo de adelantar lo que creo que voy a hacer, si te digo que la historia se ubicará entre finales del siglo XIX y la mayor parte del XX. Posiblemente la mayor parte de los personajes, que volverán a ser numerosos y muy diferentes entre ellos, conformen varias generaciones de un par de familias. Y habrá que levantar a su alrededor un universo cargado de conflicto, de  superación, de miedo, de amistad, o de rencor… ¡y ya veremos si de perdón!

¿Lo ves? ¡ya estoy soñando con ellos!

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